jueves, 2 de noviembre de 2017

Sobre el fallecimiento de Conchita Alas

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Conchita Alas fué una ejemplar mujer con méritos propios. Emprendedora, trabajadora, capaz. Su legado a la educación se defiende por sí mismo, sin necesidad de usurpar antecedentes de la fundación de la Escuela Nicolás J. Bran.

Conchita Alas falleció el 13 de marzo del 2017 a la edad de 90 años en la ciudad de West Palm Beach, Florida, Estados Unidos de América. Dejó el legado de Estudio, Amor y Trabajo, principios bajo los cuales fundó su Liceo Sagrado Corazón de Jesús en la Colonia Miramonte y el desarrollo y construcción de las edificaciones (cancha de basketbol, piscina, aulas una de ellas, con una estructura de tres plantas) que ahora ocupa la Escuela Bilingue Tazumal. También dirigió, basándose en su iniciativa y capacidades, la construcción del edificio de dos plantas que ocupó de fachada más de una cuadra, enfrente del Boulevard Venezuela edificio que posteriormente han sido ocupados por empresas reconocidas de venta de repuestos de automóviles como Econoparts e Impressa y sin duda utilizó esas capacidades para la construcción de las instalaciones de la Escuela Nicolás J. Bran de la cual fue Directora. Al autor de esta nota le consta (no solamente en calidad de hijo, sino, como ser humano, con el privilegio de haber contribuido en alguna medida en sus esfuerzos pero sobre todo por recibir sus enseñanzas basadas en) su capacidad excepcional para emprender, la acrisolada honradez, el esfuerzo tenaz, la firmeza y el coraje en la lucha por desarrollar y hacer respetar el mérito propio, el respeto a la dignidad humana que deja como hija, como madre y como esposa.

Falleció en Estados Unidos de América a donde emigró.
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Un reconocimiento de Colonial Williamsburg Foundation a Conchita Alas

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Para tener una referencia de Colonial Williamsburg Foundation:
http://www.history.org/foundation/

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Para la historia de la Escuela Nicolàs J, Bran


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Tomado de:

"AQUÍ LES COMPARTIMOS INFORMACIÓN BRINDADA POR UN EX-ALUMNO JBRANERO... 
UN POCO DE HISTORIA ACERCA DE NUESTRA QUERIDA ESCUELA Y DE UNA DE SUS FUNDADORAS...


HISTORIA DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA NICOLÁS J. BRAN
POR LA MAESTRA GREGORIA LÓPEZ DE ÁLVAREZ
La escuela Nicolás J. Bran de la colonia 3 de Mayo de San Salvador, nació como un ideal por acercar el pan del saber a los niños de las familias de los barrios vecinos a la colonia Luz. Dios puso en mis manos esta misión y yo la hice mía, por las generaciones de niños que me mandó!
Para relatar la historia de la fundación de la escuela, preciso citar algunos datos autobiográficos, tanto personales como otros relacionados con mi trayectoria docente:
Nací un 9 de mayo de 1,928 en el Barrio El Calvario de la ciudad de San Salvador, de padres originarios de Guatemala. Mi padre Manuel López Chay y mi madre Celestina Herrera. Son residentes en El Salvador. Ambos comerciantes de especias y medicinas naturales traídas del hermano país para la venta en el mercado del centro de San Salvador. A unos días de nacida en mayo de 1,928, me bautizan mis padres en la Iglesia católica El Calvario de esta capital, recibiendo el nombre de Gregoria López Herrera.
Mi infancia estuvo cimentada en valores morales, con arraigadas costumbres religiosas y en la colaboración en tareas domésticas por mis padres, forjándome así la predilección por el trabajo y el carácter de una persona de bien para la sociedad. El sano entretenimiento y cariño de mi familia, amistades y vecinos tuvieron cabida en mi niñez, por lo que diría fue sana y alegre en la medida de lo posible, junto a mis dos hermanitas y a mis cuatro hermanos.
En 1,935, a mis siete años mi padre me matricula en el primer grado en la Escuela de religiosas “Santa Luisa de Marillac” ubicada en el Barrio El Calvario donde vivíamos y contiguo al mercado central donde trabajaban mis papás, la cual entiendo aun opera en el mismo lugar. Esta escuela me abrió las puertas para mis estudios de primaria y del plan básico de la época.
En 1936, a la muerte de mi padre, con muchos sacrificios mi madre tuvo la oportunidad de comprar con facilidades un terreno en la colonia Luz, contiguo a la colonia 3 de Mayo y colindante con el ahora Boulevard Venezuela y frente a la que luego fuera la colonia 10 de septiembre, adonde nos mudamos toda la familia: mi madre y sus siete hijos. Este traslado no fue motivo para que dejáramos de asistir con mis hermanos a la escuela Santa Luisa donde iniciara mis estudios, pese a los caminos largos, irregulares y llenos de polvo que teníamos que recorrer, por lo que para llegar limpios a la escuela teníamos que salir de nuestra casa con unas botas de hule y al llegar a la escuela nos debíamos cambiar nuestros zapatitos limpios, para estar siempre impecables, como fue la exigencia de mi mamá.
Estando sola mi madre, se forja con el apoyo de mis hermanos mayores su independencia económica, manejando su negocio de especias y medicinas naturales en el mercado de la capital y con la crianza de cerdos y gallinas para la venta, en nuestra nuevo hogar.
El trabajo de mis hermanos menores y el mío, eran estudiar y colaborar en los quehaceres de la casa, hacía mis deberes escolares en el puesto de mi mamá en el mercado central, mientras llegaba la hora de regresarnos a pie a la casa.
Un buen día, haciendo mis tareas me abordó una clienta de mi madre, una señora acomodada de la colonia Flor Blanca, quien me preguntó a que grado iba y si iba a seguir estudiando algún oficio, a lo que le contesté que quería continuar pero que mi madre no tenía facilidades para hacerlo, fue así que me ofreció ayudarme económicamente para comprar mensualmente los útiles y materiales para que yo estudiara para maestra ó enfermera, a lo que muy emocionada acepté su apoyo para seguir la carrera docente.
Para 1943, terminando mis estudios en la escuela de monjas y al manifestarle a mi madre mi vocación por la docencia, con esfuerzos propios y con la ayuda económica ofrecida por ese ángel benefactor que Dios me había mandado, me matricula en la “Escuela Vocacional Femenina República de Francia”, una institución especializada para preparar a señoritas en la docencia, de donde con dedicación y constancia a mis 17 años me gradúo como Profesora en el año de 1,945.
A partir de 1946, a mis 18 años, empieza mi carrera en el magisterio. Ya registrada como maestra ese mismo año y ante la necesidad del gobierno en turno del presidente General Salvador Castaneda Castro, de desplegar docentes a las distintas localidades en esa época, el Ministerio de Educación me inicia destacándome como Directora en la “Escuela Rural Mixta Cantón Llano de la Hacienda” en el departamento de Cabañas.
Para mi edad e incipiente experiencia docente, esta fue una experiencia fuerte como grande, pues se trataba de desligarme de mi madre y de mis hermanos a tan corta edad, pues por las limitantes de la época en cuanto a medios de transporte, no podía viajar a diario hacia y desde mi casa a la escuela. De manera que fui acompañada por uno de mi hermanos mayores a la escuela, fue un trayecto lleno de proezas, abordamos cerca de mi casa un rústico bus de madera hasta la terminal de oriente, luego transbordamos otro que nos llevó al departamento de Cabañas, a pocas cuadras buscamos a un señor que nos habían referido para que nos rentara un caballo, para llegar al pueblo siguiendo las indicaciones que él mismo nos dio.
Al llegar a nuestro destino, buscamos a una familia que nos habían recomendado para que me alquilaran un cuarto y me proveyeran de mis comidas en la semana. Al quedar instalada, tengo que confesar que me sentí aterrada al desprenderme de mi hermano, pero me conformé con la promesa que me llegaría a encontrar los días viernes para regresar a la casa de mi mamá.
Había comenzado mi misión como mentora, llegué a organizar la escuela, los programas de estudio, al cuerpo docente y a promover la matrícula de casa en casa a las familias con hijos en edad escolar, mi personalidad sociable y emprendedora me facilitaron estas gestiones. De momento la capacidad instalada del plantel escolar estaba completa y con el recurso docente motivado y la afluencia de niños, la actividad escolar cobró vida en aquella localidad!
Bastó un poco más de seis meses, para que dejara en marcha la obra, luego de la verificación que el Ministerio de Educación llegara a hacer de la implementación encomendada y ante la validación obtenida de ellos, me fue asignada la siguiente misión.
En 1,947 el Ministerio de Educación me nombra Directora interina de la “Escuela Rural Mixta Cantón El Paraíso” del departamento de Cuscatlán; la obra fue bajo las mismas condiciones que en mi primer asignación, llegué a organizar y a planear las actividades escolares, así como, a integrar al personal docente y a trabajar en la campaña de reclutamiento de niños en edad escolar de esa localidad y zonas aledañas, que estaban estancados en sus estudios por no contar con una escuela en funcionamiento a su servicio.
Mi trabajo fue también dejar instalada la escuela con buenos cimientos para su sostenibilidad. Desarraigarme de este proyecto al igual que el primero, fue duro, tal como dejar parte de mi vida o a un hijo dando sus primeros pasos, los esfuerzos conjuntos de la parte docente se veían gratificados, pues el acogimiento de las obras de la comunidad pro educación de sus hijos, se dejaba sentir.
Ese mismo año, el Ministerio de Educación me asigna como profesora auxiliar de la Escuela de varones “Padres Aguilar” de San Salvador, en la cual la señora Directora me permite replicar algunas de las experiencias exitosas de mis anteriores proyectos.
La autonomía brindada por las autoridades de educación en mis misiones, pese a mi juventud, me hicieron madurar el ideal de continuar forjando mentes productivas y útiles a la sociedad.
A mediados de 1,947, los beneficios de los proyectos implementados en las dos escuelas anteriores, me alentaron a establecer una escuela en la colonia Luz para sufragar las necesidades de educación de la creciente población de niños de las familias circunvecinas a falta de una escuela, por lo que comienzo a darle vida a mi proyecto personal.
Un ideal de juventud me embargaba, en el puse toda mi entrega, fe y esperanza en Dios en que la iniciativa fuera un éxito por el beneficio que traería a los hogares de las colonias: Luz, Palacios, 3 de Mayo, 10 de Septiembre, Harrison, Montserrat, Gerardo Barrios, Dreyfuss, Flor Blanca y demás asentamientos de población circunvecinos.
Como primera medida para materializar ese sueño, tuve que pedirle permiso a mi madre para iniciar la escuela en el terreno de su casa, le expliqué las necesidades de educación que prevalecían, los provechos que traería la idea y el deseo que tenía de obtener su apoyo para mi emprendimiento, tal fue la pasión que le transmití a mi madre que no pudo negarse ante tan noble intención, concediéndome su aprobación.
Siendo muy jovencita pero emprendedora, me armo de valor y convoco a reunión a los padres de familia de la colonia Luz, para comunicarles que ya estaba graduada de profesora y la experiencia adquirida como docente activa, así también, les expuse mi proyecto de establecer la escuela en mi propia casa, a lo que tuve una total aceptación por parte de ellos, puesto que representaba el anhelo para la educación de sus hijos, que ya muchos estaban esperando.
Las condiciones y recursos básicos para poner en marcha la escuela estaban aseguradas, al igual que mi disposición y la razón de ser para este proyecto: los niños de la comunidad.
Para finales de 1,947 me decido fundar la escuela en el patio de la casa de mi madre, ubicada en la colonia Luz, casa # 2404 sobre el actual Boulevard Venezuela y frente a la ahora colonia 10 de Septiembre, albergando a los niños en una galera de madera y lámina con piso de tierra y además bajo una ramada donde ubicaba a otro grupo de niños cuando no llovía, ahí acomodé a los niños en bancas y mesitas de madera, hechas por mis hermanos varones.
Ya en Enero de 1,948 comienza el año lectivo, separando a los niños por edades, para impartirles el nivel de conocimientos adecuados.
La escuelita había sido un proyecto de familia, puesto que mi madre tuvo a bien facilitarme las instalaciones y algún dinero para instalar la escuela y mis hermanos y hermanas me ayudaban a controlar a los niños. Bendigo a mi madre una humilde mujer, que fue iluminada por Dios para darme la oportunidad de ser maestra y ser partícipe del aporte de crear una fuente del conocimiento para muchas generaciones de niños y jóvenes.
Era indispensable conseguir los recursos para la sostenibilidad de la escuela, fue así como de inmediato al iniciar operaciones, gestiono con las firmas de los padres de familia ante el Ministerio de Educación el apoyo requerido y así, ante las verificaciones de rigor, tiene a bien oficializar en Abril de 1,948 al centro de estudios bajo la denominación de “Escuela Urbana Mixta de la colonia Luz” y me otorga el nombramiento de Directora de la misma.
La matrícula de niños se iba expandiendo mes a mes, por la labor de comunicación que hacían los padres de familia entre sus conocidos y mediante la difusión a través de la iglesia católica de la colonia. La asignación de personal docente por el Ministerio de Educación, no se hizo esperar, era un hecho e iba en aumento proporcional a la cantidad de niños y de los grados a los que se iba dando cobertura.
Para el mes de agosto de 1,948, la escuela en proceso de consolidación y por el creciente alumnado de las comunidades circunvecinas, por disposición del Ministerio de Educación es trasladada a un plantel provisional más amplio de la ahora Colonia 3 de Mayo, pues la casa de mi mamá ya no daba albergue suficiente y el centro de estudios es oficializado de la noche a la mañana como Escuela Urbana Mixta Nicolás Jesús Bran de la colonia 3 de Mayo.
Para finales de Agosto de 1,948, de forma abrupta recibo el nombramiento de Subdirectora de la escuela siendo la directora fundadora de la misma y como Directora es asignada la profesora Concepción Alas de Hernández, por intervención del profesor Joaquín Hernández Callejas su esposo, quien era el supervisor del circuito de parte del Ministerio de Educación, ambos residentes en la colonia 10 de Septiembre. La profesora Concepción Alas de Hernández recibe la dirección de la escuela en completo funcionamiento y con un cuerpo de docentes asignado.
Hacia 1,950, el crecimiento de la población estudiantil iba cada vez en ascenso, por lo que el Ministerio dispone alquilar dos casas en la colonia 10 de Septiembre, para dar cobertura a los estudiantes de los distintos grados en las condiciones para su desarrollo, dándose el traslado temporal de la escuela de la colonia 3 de Mayo a la colonia 10 de Septiembre.
Para Julio de 1,950 gestiono mi traslado ante el Ministerio de Educación y este tiene a bien destacarme como Directora de la Escuela Rural Mixta del cantón El Manguito de Antiguo Cuscatlán, con lo que dejo mi proyecto de escuela materializado y en su etapa de madurez, dando ya los frutos que sobrepasaban lo originalmente previstos.
Ahora me tocaba dejar a mis niños, mi sueño personal y una obra encaminada… sólo me reconfortaba el hecho de que un nuevo derrotero en mi vida profesional aguardaba por mí, sabía que Dios me abría otro ciclo para continuar forjando a nuevas generaciones de niños, para beneficio de Dios y de la sociedad salvadoreña.
En 1,951, ante la necesidad de dotar de los servicios e instalaciones acordes al nuevo tamaño de la escuela Nicolás J. Bran, los padres de familia de la colonia Luz y de las comunidades aledañas, se organizan y empiezan a gestionar ante el Ministerio de Educación la construcción de la escuela con infraestructura formal y con un plantel propio.
Para 1,952, como resultado de la perseverante gestión de los padres de familia con el Ministro de Educación, de la atinada intervención de la primera dama de la República y ante el mismo Presidente de El Salvador de ese entonces el Teniente Coronel Oscar Osorio, la construcción de la escuela es aprobada y el terreno asignado en el anterior local del Centro Educativo Nicolás J. Bran en la colonia 3 de Mayo, sede de la actual escuela.
La construcción en su primera fase, constó de un edificio de dos plantas, dotado de los servicios básicos para que la escuela operara para satisfacer la demanda de la población estudiantil de ese entonces. Años más tarde, con la constante ampliación de los niveles de educación atendidos, la construcción de la escuela siguió expandiéndose, hasta contar con las instalaciones actuales y con los servicios con los estándares que la vida actual demanda.
Para 1,953 el Ministerio de Educación me traslada a la Escuela Rural Mixta del Cantón Planes de Renderos, ahora Goldtree Liebes ubicada dentro del parque Balboa de los Planes de Renderos.
En Enero de 1,955 fui designada a la Escuela de niñas “José Mariano Calderón” de Santiago Texacuangos, donde además de la función docente, apoyo a la Directora doña Mercedes Morán en la implantación del proyecto de huerto casero y granja de aves de corral, que ella replicaba de su experiencia en Puerto Rico, para beneficio de la comunidades.
Desde Enero de 1,958 el Ministerio de Educación me destaca en la “Escuela Rural Mixta Ana de Sevilla” del cantón Planes de Renderos, plantel donde desarrollo una de las mejores y plenas etapas de mi vida magisterial, a través de las décadas de los años 60 y 70, hasta jubilarme en el año de 1,980.
En cuanto a mi vida personal, me casé en 1,959 y tuve dos hijos, quienes se han forjado sus vidas y carreras profesionales. Mi esposo murió en 1,999.
A finales de los años 80 fui buscada por la dirección de la escuela para entrevistarme sobre los orígenes del centro escolar, dado que una persona adulta mayor relatara sobre la verdadera historia de la misma; es así como en esos años, me hicieran una mención honorífica en reconocimiento como fundadora de la escuela Nicolás J. Bran, por lo que siempre quise dejar este legado documentado que hasta ahora se concretiza.
Mensaje de la Fundadora de la Escuela Nicolás J. Bran:
“A los niños y jóvenes les digo que sean siempre emprendedores, perseverantes, que tengan a Dios por guía y que tengan metas de bien y que las cumplan, pues las personas sin metas en la vida, son como barcos a la deriva, sin rumbo y sin dirección… Recuerden que al pasar por esta vida, es imperativo dejar una huella positiva para beneficio de la humanidad”
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El 10 de Agosto de 2,010 llevé a mi madre a presentarla ante la actual Directora de la escuela, como la fundadora de la institución, quien la recibió y la presentó en reunión general ante la comunidad estudiantil y cuerpo de docentes, como la fundadora de la escuela, acto que quedó registrado en fotografías y vídeos.
Esta historia se terminó de editar en su primera versión el 07/Nov./10, previa revisión y validación por mi madre y posterior corrección y edición de mi parte; la cual fue entregada a la actual Directora de la escuela como un aporte sobre los orígenes de la institución que mi madre quiso dejar.
La Historia de la fundación de la escuela Nicolás J. Bran y demás datos biográficos, han sido un aporte de la maestra fundadora y redactada por F. Álvarez -su hijo-, con el apoyo documental del historial laboral de mi madre proporcionado por INPEP, así como, en la recopilación de testimonios de exalumnos, vecinos y amigos de ella de las décadas de los 40 y 50 sobre la fundación de la escuela y en datos complementarios publicados en un blog sobre la escuela Nicolás J. Bran de la Sra. Conchita Alas, a pesar que no se hace justicia a los datos de la fundación de la escuela en 1,947 y a su establecimiento como institución.
Mi madre y fundadora de la escuela, maestra Gregoria López de Álvarez, falleció a los 85 años el 27 de Marzo del 2,013, dejando un legado de saber y ejemplo a muchas generaciones de salvadoreños. Descanse en la paz del Señor! Así sea!"
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Una aclaración de Evaristo Hernández, creador de este blog.
Conchita Alas fué una ejemplar mujer con méritos propios. Emprendedora, trabajadora, capaz. Su legado a la educación se defiende por sí mismo, sin necesidad de disputar antecedentes de la fundación de la Escuela Nicolás J. Bran.

Dejó el legado de Estudio, Amor y Trabajo, principios bajo los cuales fundó su colegio, el Liceo Sagrado Corazón de Jesús en la Colonia Miramonte y el desarrollo y construcción de las edificaciones (cancha de basketbol, piscina, aulas una de ellas, con una estructura de tres plantas) que ahora ocupa la Escuela Bilingue Tazumal. También dirigió, basándose en su iniciativa y capacidades, la construcción del edificio de dos plantas que ocupó de fachada más de una cuadra, enfrente del Boulevard Venezuela edificio que posteriormente ha sido ocupado por empresas reconocidas de venta de repuestos de automóviles como Econoparts e Impressa y sin duda utilizó esas capacidades para la construcción de las instalaciones de la Escuela Nicolás J. Bran de la cual fue Directora. Al autor de esta nota le consta (no solamente en calidad de hijo, sino, como ser humano, con el privilegio de haber contribuido en alguna medida en sus esfuerzos pero sobre todo por recibir sus enseñanzas basadas en) su capacidad excepcional para emprender, la acrisolada honradez, el esfuerzo tenaz, la firmeza y el coraje en la lucha por desarrollar y hacer respetar el mérito propio, el respeto a la dignidad humana que deja como hija, como madre y como esposa.

Conchita Alas falleció el 13 de marzo del 2017 a la edad de 90 años en la ciudad de West Palm Beach, Florida, Estados Unidos de América. a donde emigró.
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Una dedicatoria para Joaquín Hernàndez Callejas

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En el año de 1967 el graduando Mateo Sànchez, dedico su tesis, entre otras personas, a tres de sus compañeros de estudio de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador. Los tres profesionales fueron el Dr. Elvidio Ortiz González, Dr. Rómulo Marcenaro Soto y Dr. Joaquìn Hernández Callejas. A estos tres profesionales los unió una profunda amistad de prácticamente toda la vida. La dedicatoria y la tesis del posteriormente Doctor Mateo Sánchez, titulada "Consideraciones sobre la Imputabilidad" pueden leerse en:

http://www.csj.gob.sv/BVirtual.nsf/1004b9f7434d5ff106256b3e006d8a6f/6c5bac46b3f52f57062573ad004ff8f4?OpenDocument

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domingo, 4 de junio de 2017

Joaquín Hernández Callejas y el Partido Comunista


Este informe liberado por la CIA para su publicación el año 2000, año en que Joaquín Hernández Callejas murió, revela que en el año de 1949, año del nacimiento de su primer hijo, Joaquín Hernández Callejas se mencionaba entre los posibles aspirantes al cargo de Secretario General del Partido Comunista de El Salvador. Aunque nunca renunció a las ideas marxistas que concebía y estudiaba como pensamiento científico, se retiró de su militancia en el Partido Comunista e incluso, siendo ya abogado, llegó a ser asesor jurídico de la Policía Nacional, en la época de la Dictadura Militar, cuando la dirigía el Coronel Arnoldo Rodezno. Siempre insistíó en que sus servicios eran puramente jurídicos y profesionales en este campo y que nunca delató a ningún ni a ninguna militante de izquierda y que incluso, en todo lo posible, protegió a las personas perseguidas por sus ideas políticas. Probablemente por esta situación un viejo militante, Doctor Jorge Arias, ya fallecido, respetado por su trayectoria inquebrantable, le preguntó al hijo mayor de Joaquín Hernández Callejas, algunos años antes de su muerte, sobre "¿Cómo está Joaquín?" y le pidió que lo saludara en su nombre con expresión cariñosa.

Evaristo Hernández
2017/06/04

Joaquín Hernández Callejas como Presidente del Ateneo de El Salvador

PRESIDENTES DE ATENEO DE EL SALVADOR 

DESDE 1912 - 2012

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AÑO                   NOMBRE

1912          Dr. José Dolores Corpeño
1913          Dr. José Dolores Corpeño
1914          Dr. José Dolores Corpeño
1915          Dn. Francisco Gavidia
1916          Dr. Juan Gomar
1917          Dr. Rafael B. Colindres
1918          Dn. Francisco Gavidia
1919          Dn. Francisco Gavidia
1920          Dn. Francisco Gavidia
1921          Dn. Francisco Gavidia
1922          Dr. David J. Guzmán
1923          Dr. Miguel A. Fortín
1924          Dr. César Virgilio Miranda
1925          Dr. Manuel Quijano Hernández
1926          Gral. e Ing. José María Peralta Lagos
1927          Dr. Lázaro Mendoza
1928          Dr. Rosalio Acosta Carrillo
1929          Gral. Maximiliano Hernández Martínez
1930          Dr. Victorino Ayala
1931          Dr. Victorino Ayala
1932          Dr. Francisco Funes Pineda
1933          Gral. e Ing. José María Peralta Lagos
1934          Dn. Francisco Gavidia
1935          Dr. Francisco Funes Pineda
1936          Dn. Miguel Pinto (R.)
__________Dn. Gilberto Valencia Robleto (V.P.)
1937          Dn. Francisco Gavidia
1938          Dn. Hugo Rinker
1939          Dn. Hugo Rinker (+)
__________Dr. Arístides Palacios (V.P.)
1940          Dr. Arístides Palacios
1941          Dr. Lisandro Villalobos
1942          Dr. Arístides Palacios
1943          Prof.  José Andrés Orantes
1944          Prof. José Andrés Orantes
1945          Dr. Nazario Soriano
1946          Dr. Nazario Soriano
1947          Dr. Nazario Soriano
1948          Dr. Nazario Soriano
1949          Dr. H.C. Juan Felipe Toruño
1950          Dr. H.C. Juan Felipe Toruño (C.P.)
__________Dr. Braulio Pérez Marchant  (V.P.)
1951          Bachiller Jorge Lardé y Larín
1952          Prof. Alfredo Betancourt (C.P.)
__________Dr. Manuel Luis Escamilla (V.P.)
1953          Dr. H.C. Juan Felipe Toruño
1954          Cnel. e Ing. Simeón Angel Alfaro (C.P.)
__________Dr. Manuel Vidal (V.P.)
1955          Dr. Arístides Palacios
1956          Dr. H.C. Juan Felipe Toruño
1957____  Dr. Arnoldo Hirlemann

AÑO                     NOMBRE

1958          Dr. Rosendo Morán  Monterrosa
1959          Cnel. e Ing. Simeón Angel Alfaro
1960          Dr. Arnoldo Hirlemann
1961          Dr. Arístides Palacios
1962          Dr. Rosendo Morán Monterrosa
1963          Dr. Manuel Vidal
1964          Dr. Arnoldo Hirlemann
1965          Ing. León Enrique Cuéllar
1966          Dr. Enrique Mayorga Rivas
1967          Dr. Ramón López Jiménez
1968          Prof. Alfredo Betancourt
1969          Dr. Ramón López Jiménez
1970          Dr. Mario Lewy van Séveren
1971          Dr. Mario Lewy van Séveren
1972          Dr. Rosendo Morán Monterrosa
1973          Dr. Rosendo Morán Monterrosa
1974          Dr. Rosendo Morán Monterrosa
1975          Gral. José María López Ayala
1976          Gral. José María López Ayala
1977          Ing. León Enrique Cuéllar
1978          Gral. José María López Ayala
1979          Dña. Eva Alcaine de Palomo
1980          Dr. Enrique Mayorga Rivas
1981          Dr. Roberto Masferrer
1982          Dr. Carlos Rivas Tejada
1983          Lic. Cristóbal Humberto Ibarra
1984          Dr. H.C. e Ing. León Enrique Cuéllar
1985          Dr. Manuel Luis Escamilla
1986          Dr. Enrique Mayorga Rivas
1987          Dr. H.C. e Ing. León Enrique Cuéllar
1988          Dr. Manuel Luis Escamilla
1989          Dr. Roberto Masferrer
1990          Arq. Carlos Mauricio Rosales
1991          Arq. Carlos Mauricio Rosales
1992          Dr. Joaquín Hernández Callejas
1993          Dr. Joaquín Hernández Callejas
1994          Lic. Luis A. Aparicio
1995          Lic. Luis A. Aparicio
1996          Lic. Luis A. Aparicio
1997          Lic. José Oscar Ramírez Pérez
1998          Lic. José Oscar Ramírez Pérez
1999              Lic. José Oscar Ramírez Pérez
2000              Dr. H.C. Jorge Adalberto Lagos
2001–2002      Dr. Mario García Aldana (R.)
____________Dn. Manuel J. Aguilar Trujillo (R.)
____________Lic. José Oscar Ramírez Pérez
2003-2004       Lic. José Oscar Ramírez Pérez  (R.)
____________Dr. H.C. Jorge Adalberto Lagos
2005-2006       Dr. Raymundo A. Rodríguez Barrera
2007-2008       Dr. Raymundo A. Rodríguez Barrera
2009-2010       Sr. Quentin Farrand
2011-2012       Dr. Raymundo A. Rodríguez Barrera
2013-2014       Dr. Eduardo Badía Serra
2015-2016       Dr. José Manuel Bonilla Alvarado


Nota:
R   : Renuncia
VP : Asumió Vicepresidente
+  :  Falleció
CP: Se retiro con permiso

martes, 9 de mayo de 2017

Lecciones para la vida de Conchita Alas,como madre

Hago para este día de la madre, una recapitulación de las lecciones que me dió mi madre.

Lecciones de mi madre, Conchita Alas.

1. La Fé. Seguridad en que una fuerza suprema protege a las personas que luchan con honradez, con denuedo, con amor al prójimo, con valentía, con resolución. Mi madre era devota del Sagrado Corazón de Jesús.

2. El amor. El amor a la familia, a los hijos e hijas; el amor unificador de la familia; el amor que en la familia la cohesiona en lo correcto, en la justicia, en la honradez; el amor que sacrifica una parte, así sea la propia vida, para conservar el todo, los valores familiares que unifican y dignifican a la familia.

3. El cuidado personal. Proteger la salud de los hijos e hijas y del esposo. Proteger la propia salud para poder proteger la salud de cada integrante de la familia. Cada familia es única, cada madre tiene una responsabilidad y una autoridad para proteger la salud física de su hogar, en su esposo, de cada persona de sus hijos e hijas.

4. La Dignidad. Nada ni nadie debe dañar la dignidad de las personas. “Hijo, Usted nació de una mujer, pero no se va a morir por una mujer” le dijo a uno de mis hermanos que no era correspondido en una relación amorosa. Y lo hizo reaccionar. Todos y cada uno de los integrantes del hogar siguen el ejemplo de dignificarse por medio del trabajo. Y luchar porque se respete su trabajo. Y del trabajo debe ser constantemente calificado y honrado, el trabajo escogido debe ser el que no daña la integridad moral personal ni la expone a daños. El trabajo debe ser constructivo de la personalidad propia y de la personalidad de otros seres humanos.

5. Educarse constantemente. No dejar de estudiar nunca. Mantener una sed de conocimientos y de la aplicación de los conocimientos adquiridos durante toda la vida.

6. El trabajo. El trabajo debe dar felicidad. El trabajo intenso debe dar felicidad intensa. Para disfrutar el trabajo hay que cambiar de actividad en el mismo; hacer cosas diferentes y conocerlas aplicadamente.

7. La sencillez. Lo que las personas valen no está en su apariencia, en las cosas suntuarias que lucen. La pulcritud no es el lujo es la limpieza del alma, del cuerpo y de la vestimenta sencilla. Las personas no deben ser esclavas de las cosas suntuarias, eso debilita su dignidad personal.

8. La economía. No escatimar gasto en lo esencial. No botar el dinero en gastos superfluos. Conservar las cosas que podrán usarse después. Tener creatividad para usar las cosas.

9. Tener siempre aspiraciones de mejora espiritual y material constante por medio del trabajo intenso que genera ingresos dignos, que no son producto del robo ni de actos ilícitos o que dañen la moral de los seres humanos. Mi madre, sin ser arquitecta dirigió la construcción de tres edificios.

10. La disciplina. Solamente con la disciplina se logran las metas. Hay que combatir el ocio y toda pérdida de tiempo.

11. Hay más lecciones pero solamente dos anécdotas:

a. Mi padre y mi madre tenían los dos caracteres fuertes. Acordaron no discutir frente a los hijos e hija, para mantener la unidad del hogar.

b. Cuando estuve preso y me daban por desaparecido mi madre acompañó a mi padre a sacarme de la Policía Nacional en el marco de información y presión de la Universidad de El Salvador. El pick up Pony blanco, del año, estaba a nombre de ella y en ese vehículo me capturaron a finales de julio de 1979.

Una madre vive en cada uno de sus hijos que encarnan sus valores. Doy gracias a la vida por haber tenido una madre como la que tuve.





sábado, 15 de abril de 2017

Conchita Alas Curso para Liderato de Comunidades Mayas Católicas 1996


Conchita Alas Certificado de Asistente Dental 1995

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Este certificado es una muestra del constante proceso de aprendizaje de Conchita Alas. Cuando estuvo en El Salvador solicitó que se le consiguiera trabajo voluntario en una clínica dental para poner en práctica los aprendido en su Certificado de Asistente Dental.


Conchita Alas Certificado de Ciudadana Honoraria Boys Town Nebraska 2010


Conchita Alas Certificado de Excelencia por Servicios Voluntarios 2007


Conchita Alas Certificado de Reconocimiento como Tesorera de Damas Católicas en Acción en Palm Beach Gardens, Florida, 1999


viernes, 14 de abril de 2017

Conchita Alas en julio del 2000


Conchita Alas, en West Palm Beach, vendiendo marañones . Aunque no tenía necesidad de vender marañones, emprender, mantenerse ocupada, era consustancial a su temperamento. Siempre se mantuvo aprendiendo y emprendiendo, como solía decir sobre las dos actividades que orientaron toda su vida. En este mes de julio del año 2000 murió su esposo Joaquín Hernández Callejas.

lunes, 10 de abril de 2017

Educación y Delincuencia

Educación y Delincuencia
Joaquín Hernández Callejas

Los actos "antisociales" del delincuente o peligroso son comunes y normales en la vida instintiva del niño pequeño, desde su primer año de vida. Desgraciadamente en los delincuentes, o en los sujetos en estado peligroso, sus deseos o tendencias al placer, sus gustos, sus caprichos, no fueron en su oportunidad atendidos, educados, encausados y en definitiva, modificados; y, por lo consiguiente en ellos no se puede lograr una ADAPTACIÓN SOCIAL. Hay pues que investigar las causas de esos fracasos y remediar tales desgracias mediante un sistema de educación y readaptación.

Andamos perdidos cuando queremos (...) desterrar los males sociales como la delincuencia viendo la (corrección) desde un punto de vista moral o de "conciencia". El enfoque debe ser objetivo, realista, basado en la conducta instintiva animal del individuo, porque solo un trato científico puede darle al asunto una solución deseable.

Antes se creía que hay dos caminos divergentes para el desarrollo psíquico: los animales proceden por instinto y los hombres por inteligencia. William James el gran pedagogo y psicólogo americano atacó esta tesis, sosteniendo que también en el hombre se dan actividades instintivas y que estas se refieren al plan de vida de la especie más que al modo propio de actuar del individuo.

Para la prevención de la delincuencia juvenil se crearon en 1942 en Clire Denwell, Inglaterra las escuelas industriales llamadas originalmente "escuelas andrajosas" (ragged school). Estas escuelas tenían por objeto suministrar un amplio programa de educación religiosa y de formación de la personalidad a los niños desamparados, desarrollado el movimiento suministró además, vestidos, alimentación y alojamiento a los necesitados, y finalmente se hizo obligatoria la enseñanza industrial hasta en 1870 en que se dio la Ley que hizo obligatoria y gratuita la enseñanza. En la Unión Soviética a raíz de la Revolución comunista de octubre de 1917 se crearon las escuelas para niños vagabundos sustituidas después por escuelas y granjas para el control de la juventud.

A estas alturas de la civilización y del conocimiento de la vida humana, sabemos que para alejar la humana conducta de las acciones antisociales (delictivas o peligrosas) debe pensarse en la educación de los instintos desde la tierna infancia.

Sabemos que la educación es el proceso de inculcar a los miembros jóvenes de la sociedad la cultura elaborada por las generaciones viejas, es decir, la transferencia de normas, de conocimientos, de ideas y de las técnicas adquiridas.

Recordemos que el niño es antisocial de cualquier origen que sea. Sus instintos no son buenos ni malos: simplemente son naturales. Y él se rige por la ley del menor esfuerzo al buscar el placer, lo que le agrada. Exige de la madre los mayores sacrificios porque no conoce la piedad; llora cuando se le incomoda porque es egoísta; juega con sus heces fecales porque no tiene noción de la higiene; trata de hacer daño arañando, arrojando objetos, riñendo, porque quiere afirmar su hegemonía; etc.

Todas estas manifestaciones deben ser suprimidas, modificadas para que se encause en el trato social adecuado al ambiente en que vive. Para ese fin usarán varias medidas:

1o) En primer lugar se le acostumbrará para que respete las horas de comer, que aguante las ausencias momentáneas de la madre, etc.

2o) En segundo lugar, tiene que acostumbrársele a la limpieza en vez de la tendencia instintiva a los actos antihigiénicos de tocar y hasta comer suciedades. Esta formación reactiva hace que domine sus impulsos hacia una tendencia opuesta a la conducta animal.

3o) En tercer lugar hay que enseñarle a SUBLIMAR sus impulsos agresivos: en vez de fomentarle la tendencia a hacer daño, debe inculcársele sentimientos de piedad; en vez de que destroce o apedree animales o destruya sin objeto cosas de utilidad, debe orientársele para que desarme y arme juguetes, o contribuya a la cooperación social; etc. Todo es un proceso formativo de la conducta que la haga ver las ventajas de la convivencia y las desventajas de desligarse del núcleo social en que vive, usando de las variadas formas metodológicas dichas y además, en lo que fuere necesario, de las amenzas, de la represión y de la gratificación.

La formación de esa conducta debe hacerse desde los primeros años de vida del niño hasta la edad puberal. Todo el ambiente social que rodea al niño al nacer y en el que vive sus primeros años hasta su edad juvenil, dejará una huella en la modificación u orientación de sus necesidades instintivas.

Donde hay pobreza y suciedad, es en vano esperar que se produzca una modificación satisfactoria de los instintos; no puede esperarse sublimación o una formación de la conducta si no hay una ambientación adecuada para tal propósito. Lo mismo ocurre en un ambiente de comodidad y lujo, en donde se deja al capricho el desarrollo emocional del niño o del joven: debe haber adecuada orientación del comportamiento hasta habituarlo a lo correcto.

Los conflictos en los juegos, la libertad en que viva, la clase de juguetes, la participación en los conflictos familiares, el tiempo que el padre y la madre le dediquen, la forma de orientación que usen los padres, etc., son importantes y decisivos factores para el desarrollo del carácter del niño y del joven. De esta educación depende el porvenir del futuro hombre, del hombre socialmente útil por el que batalla la humanidad cristiana del mundo.

Publicado en El Diario de Hoy, 30 de marzo de 1969

El texto original escrito a máquina, con anotaciones y correcciones de puño y letra de Joaquín Hernández Callejas.




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domingo, 9 de abril de 2017

Conchita Alas: Nota Biográfica

Conchita Alas: Nota Biográfica


CONCHITA ALAS



Por: Carlos E. Hernández
Abril de 2007

Mi madre soltera

Nací el 8 de diciembre de 1925. En San Francisco Lempa, uno de los 33 municipios del Departamento de Chalatenango, que a su vez, es uno de los catorce Departamentos de la República de El Salvador, América Central. Mi madre Antonia Alas, también era oriunda del mismo lugar. Mamá Toña como se le conocía familiarmente, ejerció una profunda influencia en toda la familia, por el simple hecho de que, como muchas madres de esa época, era madre soltera. Y madre soltera con seis hijos, tres varones y tres mujeres, producto de dos relaciones con individuos que no se responsabilizaron de sus hijos, y Mamá Toña tenía tal carácter que no aceptó en ningún momento ayuda alguna de los padres de sus hijos. Viví en San Francisco Lempa hasta los dieciséis años.

Vivíamos en una casa modesta. Sencilla. Tenia tres cuartos. Sala y comedor. Cocina de leña al aire libre. Uno de los cuartos, era la sala de venta; mi madre destazaba cerdos o vacas y vendía la carne. Para no dejarme sola, porque yo era la mas pequeña y podía despertar a mis hermanitos, me enrollaba en un petate y me llevaba a dormir bajo una mesa mientras ella trabajaba destazando reses o cerdos. Llenaba canastos completos de carne, para mandarlos a vender a cantones y valles y dejaba una parte de la producción de carne para vender en el mismo pueblo. El Tablón, Las Palmas, Los Zepeda, son algunos de los cantones que se abastecían con la carne de reses y cerdos que destazaba Mamá Toña en una jornada de trabajo de tres veces por semana que empezaba a las 3 o 4 de la madrugada.

Recuerdo que mi madre les daba trabajo a varias personas, unas cinco o seis personas, unas llevando la carne o el jabón para vender en los cantones y otras para fabricar los productos. En una oportunidad escuché el siguiente diálogo entre una de las vendedoras y mi madre:

Vendedora: “Toñita... ¿Me vas a dar trabajo este día?”

Mi madre: “No tengo dinero”.

Vendedora: “Me puedes pagar con carne y jabón pues yo en la casa no tengo nada. Hoy amanecimos sin nada”.

Mi madre: “Vaya anda déjales para que cocinen”. Ponía en hojas de matas de huerta, en bolsas o en canastos, carne, jabón, tamales, productos que las vendedoras llevaban a vender, en este caso para llevarles que comer a su familia. A veces hasta mangos les ponía porque había buenas cosechas de mango en los árboles de la casa. Las vendedoras regresaban luego a la casa para ir a vender lo que anticipadamente se les había pagado.

Fabricación casera del “jabón de cuche”

Los días que no destazaba reses o cerdos fabricaba jabón: tenia tres peroles u ollas, con tres “paletas” de unos dos o tres metros “meneaban” la grasa animal producto del destace mezclada con lejía obtenida de las cenizas de las cocinas que se compraba de casa en casa. La ceniza se ponía en un depósito con tela en el fondo y se le rociaba agua caliente que se recogía en un recipiente. Esta ‘’lejía” se mezclaba con la grasa animal “paniando” (meneando) el jabón. Cuando la mezcla estaba cocida en su punto, “floreaba” y se recogía con una paleta depositándolo en una batea, se “picaba” y al enfriarse se hacían las bolas de jabón. Tal era el procedimiento para fabricar el popularmente conocido “jabón de cuche” en El Salvador. El único tipo de jabón en casi todos los pueblos de la época.


La prioridad de la educación de los hijos.

Con este sacrificio y gran trabajo, Mamá Toña nos educó, en la Escuela Primaria de San Francisco Lempa, a todos los hijos, seis en total: tres varones y tres mujeres.

Yo era la menor. Mi madre había dispuesto que los hermanos y hermanas mayores cuidaran de los menores. Por ello tuve el privilegio de crecer bajo el cuidado de todos, pero especialmente de Blanquita, mi siguiente hermana mayor. Pasé mi primera infancia, bajo el cuidado de mi madre y bajo la mesa en donde, en las madrugadas, se rebanaba la carne para venderla. Inicié mi educación escolar a los siete años. Mi madre nunca descuidó la educación de sus hijos; trabajaba duro para ellos.

Los varones iban a la Escuela de Varones, las niñas a la Escuela de Niñas. Mi hermana mayor, Mercedes, llevaba la batuta, era “la jefa” y cuidaba a mi hermana Blanquita y a mi. Entre a la edad de siete años a la Escuela en San Francisco Lempa, tuve ahí toda mi educación primaria, hasta sexto grado. A los doce años ya “graduada” de primaria me vine a la ciudad capital, San Salvador.


La emigración por “oleadas” a San Salvador.

Mi hermano mayor Carlos, ya había emigrado a San Salvador, era taxista. Y llamó a toda la familia. Por “tandas” la familia emigró hacia San Salvador: Blanquita y Mercedes y luego mi madre con Heriberto, Juan y yo. Mi madre decidida, vendió todo lo que tenia. Para la fecha en que emigramos ya Blanquita trabajaba y estudiaba, para terminar sus estudios de enfermería.

Vivíamos en una pieza de mesón. Las mujeres no podíamos salir. Nos organizaba en la “dormida”, juntaba dos camas separando a las mujercitas de los varones, las primeras en las camas durmiendo con la madre y los varones en el suelo. La madre dormía en la orilla de la cama. En medio de esta pobreza me matricularon en el Colegio Renovación, ahí me gradué de taquimecanógrafa. Y luego tuve mi primer empleo en la empresa Nestlé. Mi madre notó mi cansancio por la vida de oficina y decía: “No. Si esta muchachita para maestra trae”.

Mis dos años de estudio en el Colegio Renovación, me dieron una buena formación que permitió emplearme rápidamente. Hoy ya no existen Secretarias taquígrafas en El Salvador. En la Nestlé incluso me enseñaron a llevar los libros...el Contador me decía: “Y ya vino Usted a quitarme el puesto”. Sin intenciones de dañar a nadie siempre tuve dos grandes intereses: aprender y emprender.

Los inicios de mi formación como maestra

A instancias de mi madre, asistí a un curso de seis meses de lo que se llamaba “Maestro Clase C”. Eran cursos acelerados de maestros debido a la urgencia de educadores en el interior del país. Esta promoción especial del Ministerio de Educación no contaba con instalaciones propias; los grupos recibían clases en el Instituto Nacional y en varias Escuelas de la capital. Los Maestros de Clase C recibían formación pedagógica de manera continua si aplicaban, para lograr ascender en las categorías B y finalmente la A. Cuando ya tenía la clasificación de Maestra Clase C me nombraron Maestra en la Escuela de Niñas de Jayaque, Departamento de La Libertad. Siguiendo los consejos de mi madre “poco pero bien”, “sírvete poco pero comételo todo”, tome los cursos estrictamente necesarios y mejore mis notas. Sin duda esto sirvió para mi selección. Cada vacación tomaba el curso pedagógico respectivo y así pude llegar posteriormente con los años de estudio a ser Maestra Clase A.

No había quien me fuera a dejar a Jayaque. Mi hermano Juan fue el designado por mi madre para irme a dejar: “A vos te va a tocar ir a dejarla”, le dijo. Mi madre, a puras referencias, había ubicado la casa de la familia Guardado en Jayaque, para alojarme. Con mi hermano Juan abordamos el bus en San Salvador y se trasbordaba en Santa Tecla; el bus nos dejo en la carretera de Sonsonate. En la parada de bus había gente “rentando” caballos y mulas para trasladarse a pueblos y cantones por los caminos rústicos, de piedras sueltas y polvazón. Rentamos una mula e iniciamos el camino. A contramarcha venían niños con mulas y caballos cuyos viajeros ya habían llegado a su destino y regresaban para volverlos a rentar. Yo iba en la mula, Juan mi hermano, cansado del largo camino cuesta arriba, bajo el sol y adolorido porque una piedra se le metió repentinamente en el zapato y le lesiono el pié cambió a mi requerimiento su situación de peatón por la de “a mula”. Yo iba caminando y mi hermano en la mula cuando un campesino que nos vio, dijo: “la mujer va pateando y vos cabalgando, bájate burro”. Mi hermano solamente sonrió y se hizo el indiferente.

Al llegar a Jayaque me alojé en una habitación semi construida. Inicié clases en el segundo grado, con 38 niñas inscritas. Uno de los maestros jóvenes, compañero de trabajo, incluso me propuso que pusiéramos en el pueblo una escuela privada debido a la gran cantidad de niñas y niños que deseaban estudiar. En Jayaque trabajé dos años y otros dos años en Armenia, Departamento de Sonsonate. Estando en Armenia, una localidad más accesible que Jayaque, con “puesto de buses” recibí la honrosa distinción de Mejor Maestra en Armenia, seleccionada en base al puntaje que alcanzaban los alumnos en los exámenes oficiales. Como premio me dijeron que me ascenderían a Directora y que podrían trasladarme al lugar donde yo quisiera. Yo pedí mi traslado a San Salvador explicando que mi madre estaba enferma. Mamá Toñaa tenía asma y sus ataques eran cada vez mas frecuentes. Posteriormente desarrolló cáncer.

Conocí a mi esposo, destacado educador

Pero hay una cosa importante en mi vida de Jayaque. Ahí conocí a mi esposo. Joaquín era un dirigente magisterial y Sub Delegado del Circuito Escolar, supervisaba un grupo de varias Escuelas del Departamento de la La Libertad entre las que se encontraba la Escuela de Niñas de Jayaque. Había sido Presidente de la Asociación Magisterial Democrática, AMD, la primera organización magisterial de alcance nacional en El Salvador, que él contribuyó a fundar y era conocido en los círculos magisteriales como un talentoso escritor. Joaquín me visitaba en San Salvador, durante las vacaciones, en Villa San Pablo, un complejo pequeño de seis apartamentos de un solo cuarto con cocina cada uno de ellos donde vivíamos con Mamá Toña. Ya habíamos mejorado nuestras condiciones de vida, pasando de mesón a Villa. Mi madre notó la intención de las visitas y a sus instancias solicité mi cambio de Jayaque para Armenia. “Vos allá sola (en Jayaque) con este gato viejo que anda buscando ratón tierno” decía mi madre; Joaquín era diez años mayor que yo. Una vez mi madre sorprendió a Joaquín tomándome la mano y le dijo: “¡Vé!...que le quiere arrancar la mano a esa muchacha”; Joaquín inmediatamente me soltó la mano. Joaquín tenia sus ideas independientes, contradictorias con las ideas tradicionales, por ejemplo, no nos casamos por la Iglesia Católica debido a que el no quiso confesarse...”no puedo confesarme con otro hombre igual que yo”, decía. Nos casamos por lo civil en la Alcaldía de San Salvador y para cubrir la boda religiosa, sin confesión de su parte como lo exigía la Iglesia Católica, Joaquín me convenció de que nos casáramos por medio de una Iglesia Evangélica situada cerca de la casa de mi madre.

Mi trabajo como Directora de la Escuela Nicolás J. Bran

Me casé en 1947 ya siendo Directora de la Escuela Nicolás J. Bran, Escuela Urbana Mixta ubicada en la Colonia 3 de Mayo en San Salvador. La foto del personal docente de la Escuela fue tomada durante una visita del Sub Delegado Escolar. Vivía en los terrenos de la Escuela. Ahí nació mi primer hijo. Contraté una empleada para que lo cuidara en tanto yo atendía las necesidades de la Escuela y de mi cargo como Directora. Posteriormente compramos una casa en la Colonia 10 de Septiembre cercana a mi lugar de trabajo. Al siguiente año de haber asumido la Dirección, levantamos una matricula de alumnos sin precedentes, fue una gran cantidad de estudiantes inscritos y tuvieron que construirse dos aulas; con el tiempo, llegue a tener 16 profesores bajo mi dirección. Debido a la urbanización de toda la zona, el crecimiento de la Escuela fue notorio, pero también creció la fama de la Escuela, debido a la dedicación de todos los maestros que trabajamos en ella. “Ustedes tienen magia” decía el Sub Delegado Escolar de nuestro circuito a todos los profesores. “La magia es de nuestro pueblo” respondíamos. Nos esforzábamos desinteresadamente para que nuestros alumnos aprendieran. A los niños que no habían rendido la nota de promoción se les ayudaba con intensos cursos de verano para que en el nuevo año escolar estuvieran listos para empezar el siguiente grado. Los cursos de verano eran desarrollados con una excelente disciplina y voluntariamente por los maestros, impresionaba la gran dedicación y amor por los niños que educaban. Tuvimos el apoyo de los padres de familia e incluso, llegaban a matricularse a la Escuela, niños que vivían en sitios lejanos como Santa Tecla, situada a unos 20 kilómetros. Cuando dejé la Escuela, para trasladarme a otra Escuela, cercana a la casa que habíamos comprado en la Colonia Miramonte, ya estaba diseñada la construcción de dos plantas de uno de los edificios de la Escuela Nicolás J. Bran, que todavía existe, siendo un cuerpo principal de la construcción y ha resistido varios terremotos.


Nuestras casas, negocio y la educación en el trabajo

Joaquín era Sub Delegado Escolar en Chalatenango y de ahí se vino a San Salvador, a trabajar como maestro en el Colegio García Flamenco para esa época ubicado en el centro del viejo San Salvador. Me impresionó su decisión de dejar un cargo codiciado en el magisterio nacional, pero su intención era ingresar a la Universidad para graduarse de abogado. Así lo hizo, con una constancia destacada: trabajando como maestro, trabajando en el hogar, estudiando.

Con fondos reunidos por Joaquín y yo, compramos una casa en la colonia 10 de septiembre. Estas casitas, en aquella época, en 1951, valían 15 mil colones aproximadamente. La familia que la habitaba necesitaba irse fuera de la capital y nos la vendieron en 5 mil colones aproximadamente, quedándonos con el resto de la deuda. En la Sociedad de Padres de Familia de la Escuela Nicolás J. Bran habían personas de diferentes oficios, entre ellos, albañiles, pintores, constructores (maestros de obra, como se les llama en El Salvador) y prácticamente de toda ocupación que trabajaban económicamente y honestamente. Fue una bendición de Dios. Con ese apoyo de trabajo económico, eficiente, honesto de muchos padres de familia de la Escuela Nicolás J. Bran, iniciamos Joaquín y yo la compra de unos terrenos y construcciones, poco a poco, paso a paso, que culminaron con la construcción de un edificio de mas de 50 metros de frente y de dos plantas enfrente de la hoy transitada vía denominada Boulevard Venezuela. Parte construida, parte ocupada o alquilada, así íbamos mejorando nuestras condiciones de vida.

En la casa del Boulevard Venezuela vivieron mi madre y mi suegro. La casa de la Colonia 10 de Septiembre se le vendió a Elisa, mi cuñada. También, como inversión, habíamos comprado otra casa en la Colonia 10 de Septiembre, que se le vendió a mi hermano Juan. Siempre quise tener cerca toda la familia.

En esta época de inversiones, de proyectos, de propiedades, surgió la ayuda de la Señora Blanca Hilsdon, mi hermana, que había emigrado a los Estados Unidos, ya graduada de enfermera y se había casado con Don Larry Hilsdon, un “broker” de la Bolsa de Valores de Nueva York. Blanquita me enviaba toda clase de mercaderías, posteriormente yo viajaba en vacaciones escolares, en compañía de una vecina de la Colonia 10 de Septiembre, Teresita Zaldívar, a Estados Unidos a realizar compras para la “Tienda Blanquita”, localizada en los cuartos destinados a sala comedor de la casa que habitábamos en la misma Colonia. Mis hijos ayudaban en la Tienda Blanquita: cuando llegaba la mercadería mis hijos repartían volantes anunciando los productos, hacían cobros llevando recados escritos en papelitos convenientemente doblados incluso, llevaban a la pequeña edad, remesas al Banco donde trabajaba mi vecina Teresita. Blanquita, nuestra única hija, siendo una niña, después de sus estudios en el Colegio Guadalupano, solía bajar del bus del Colegio y asumía la tarea de arreglar las vitrinas de la Tienda. La “Tienda Blanquita” se traslado un tiempo a la nueva casa en el Boulevard Venezuela, posteriormente se cerró, al adquirir una nueva propiedad en la Colonia Miramonte.

Cuando nos trasladamos a la Colonia Miramonte, la propiedad del Boulevard Venezuela estaba construida en sus 50 metros de largo y dos plantas, totalmente alquilada, solamente ocupando un espacio de la misma la oficina del ahora Doctor Joaquín Hernández Callejas. Con mucho esfuerzo Joaquín se había graduado de abogado y puso su bufete de inmediato en el Boulevard Venezuela. Y trabajaba como Fiscal en la Fiscalía General de la Republica. Hacia 1951, Joaquín perdió un ojo, lo operaron de cataratas sin diagnosticar su diabetes; tuvo una infección ocular que terminó con la extirpación del ojo. Sus estudios de Derecho se hicieron mas difíciles, toda la familia lo apoyaba en la lectura de los Códigos y otros libros; en una grabadora usada marca “Grundig” hasta los hijos que ya podían leer grababan trozos de literatura jurídica que Joaquín repetía constantemente para preparar sus exámenes de Derecho.

Mis dos primeros hijos, Carlos Evaristo y Joaquín, estudiaban en el Colegio Don Bosco. Blanquita, la única hija, estudio en el Colegio La Divina Providencia y luego en el Colegio Guadalupano. En un tiempo Joaquín llevaba a los niños al Colegio, posteriormente contratamos el servicio de bus propio del Colegio. Surgió la oportunidad de trasladarnos de Colonia. El Boulevard Venezuela, debido al proceso de urbanización se había vuelto una carretera de intenso transito: buses, camiones y automóviles de todo tipo conectaban la cercana Terminal de Buses de Occidente con el resto de San Salvador. Día y noche el ruido de motores y “pitazos” era intenso. No se podía dormir. Cuando se lavaba la ropa y se tendía al sol para secarla esta se impregnaba de hollín despedido por los escapes de los vehículos; a la par de nuestra casa funcionada el Taller Guandique, que solía expandir ondas de vapores de pinturas y gasolina. Las conversaciones de los mecánicos no eran adecuadas para nuestros hijos. En una de las esquinas colindantes, se instaló la Cervecería La Tablita, que a la par que vendían deliciosos panes de gallina y carne servida en “tablitas” también vendían cerveza hasta altas horas de la noche con los consecuentes y cotidianos “pleitos de bolos”, malos olores por los orines y contaminación del sonido hasta por gritos con palabras soeces. Pensé en cambiar de zona de residencia. Todavía vivíamos en el Boulevard Venezuela cuando nació mi cuarto hijo, José.

La herencia de mi madre: Jesús, amor y educación

Mi madre murió en 1964, en el edificio del Boulevard Venezuela. Me dejó un gran vacío. Me sentí deshecha pero al mismo tiempo satisfecha. La solidaridad humana que experimenté fue intensa. Mi madre murió de cáncer; llegaban a visitar a mi mamá prácticamente todos los integrantes de la familia. Mi madre me dejó grandes herencias: la educación, el amor al trabajo, a la familia, el amor por los hijos, era un ejemplo la alegría de mi madre en la atención y protección de sus hijos, el amor y cuidado con los nietos, su oración constante, la insistencia en que moderara mi carácter, la confianza en la protección de mi Señor Jesucristo.

Hacia la fundación del Liceo Sagrado Corazón de Jesús

La Colonia Miramonte estaba concebida como una zona residencial de clase media. El Colegio García Flamenco se trasladó del centro de San Salvador a un predio grande de la mencionada colonia. Busqué trabajo como profesora auxiliar en la Escuela República de Nicaragua debido a que era la más cercana a la Colonia Miramonte, donde ya nos habíamos trasladado. Joaquín siguió con su bufete en el Boulevard Venezuela porque ahí tenía su clientela y la nueva colonia no tenia el acceso vehicular y servicio de buses que tenia el Boulevard Venezuela. Los maestros de la Escuela Nicolás J. Bran se mostraron sorprendidos de mi renuncia como Directora para solicitar una plaza de maestra auxiliar, primero en la Escuela Alberto Masferrer y después en la Escuela República de Nicaragua. Como dije mi propósito era trabajar como maestra cerca de mi nueva casa de habitación.

Trabajaba en la Escuela República de Nicaragua y un año después de pasarme a la Colonia Miramonte pensé en poner un kindergarten, debido a que observé la gran cantidad de niños de la nueva colonia y otras aledañas que no tenían un centro educativo inmediato.

Lo nombré Liceo Sagrado Corazón de Jesús, por mi formación católica y por mi devoción; desde niña mi madre me inculco esa creencia y fé en Jesús...”Padre Eterno, gracias por habernos dado a tu divino hijo”, oraba mi madre.

El lema: Estudio, Amor, Trabajo

Con Joaquín diseñamos el lema del Liceo: “Estudio, Amor, Trabajo”. El amor en el centro, porque siguiendo las enseñanzas de Jesús, se debe amar al prójimo como a uno mismo; el amor debe ser el fundamento de la familia...me dolía tanto escuchar a algunos de mis pequeños alumnos comentando sus problemas familiares, la separación de sus padres, la falta de fidelidad y lealtad en la vida de pareja. Se debe amar la propia vida. Y darle gracias a Dios todos los días por darnos una vida, única en la tierra. El amor debe desarrollarse hacia toda actividad humana, debe amarse el Estudio. Por medio del estudio conocemos nuestra Sociedad y la Naturaleza, a las que también debemos amar. Debemos amar el Trabajo, pues el Trabajo es el don de Dios para ser útiles a nuestra Sociedad, base para procurarnos honradamente nuestros medios de vida; por medio del trabajo, transformamos la naturaleza y la cuidamos. El Liceo estaba consagrado a Jesús, su misión principal era inculcar el Estudio, por ello fue la primera palabra en el lema; la finalidad del Estudio era educar para el Trabajo, por ello la palabra trabajo sería la última en el lema. Se trataba de educar por medio del amor a eficientes estudiantes trabajadores. El sedimento de la educación, conforme a las enseñanzas de Jesús eran la base: amor a sí mismo, a los demás, al prójimo y a la familia, a la Sociedad, a la Naturaleza, a la Ciencia.

Amanecer y Atardecer en el Liceo Sagrado Corazón de Jesús

El Liceo Sagrado Corazón de Jesús fue creciendo poco a poco, tuvimos excelentes alumnos y maestros. Creo que recibió gran impulso cuando hijos de connotados funcionarios e intelectuales salvadoreños, fueron matriculados en el Liceo. Hubo un momento en que la matrícula se reservaba con anticipación. Yo ponía especial esmero en la atención personalizada de los estudiantes, había recibido un curso de formación en enseñanza personalizada en España, por iniciativa propia; trataba siempre de escuchar y orientar a cada niño o niña, individualmente. La casa de la Colonia Miramonte resultó insuficiente para la cantidad de alumnos que año con año se matriculaba en el Liceo; construimos dos plantas para ampliar el número de aulas, compramos al crédito la casa contigua y construimos luego otras tres plantas en el patio y poco a poco, también compramos unos terrenos en la colindante Colonia Recinos. En los terrenos construimos una cancha de basketbol y una pequeña piscina para clases de natación.

Las décadas del 70 y del 80 fueron difíciles por la guerra civil en El Salvador. Cuando habían tiroteos en zonas aledañas al Liceo, nuestros alumnos, prendidos de curiosidad asomaban sus cabecitas por el enrejado de hierro de la parte frontal del edificio del Liceo, que daba a la calle que pasaba enfrente; los maestros y yo, angustiados tratábamos de que los pequeños ingresaran a las instalaciones del Liceo para que no les ocurriera daño alguno, encerrábamos a los niños en los baños, vigilándolos para que no fueran heridos por los fuegos cruzados. “Ten cuidado –me decía mi esposo- te puede caer una bala perdida”.

En una oportunidad una de mis empleadas domésticas –tenia varias empleadas por razones del cuidado de la casa, de mi hijo pequeño, Jorge y la limpieza de las instalaciones del Liceo- me pidió una sábana de las que había planchado para ir a cubrir el cadáver de un insurgente que había muerto en la refriega con los soldados en las inmediaciones. Yo se la di. Uno de mis empleados, que hacía la limpieza en las instalaciones del Liceo, y que había sido recomendado por una monja, se integró con el tiempo al movimiento insurgente; en una oportunidad que lo capturaron dijo que era hijo de mi esposo, por pura casualidad tenia el mismo apellido. Cuando le preguntaron por teléfono, mi esposo aceptó que el joven era su hijo, para salvarle la vida y a pesar del gran riesgo que ello significaba fue a traerlo al sitio donde lo habían detenido; este joven murió después en un enfrentamiento. A mi hijo mayor también lo capturaron en 1979 y gestionamos su liberación, lográndolo; mi hijo había sido dirigente estudiantil y trabajaba como profesor en la Universidad de El Salvador. A mis sobrinos, médicos los dos, también los capturaron y torturaron y con la diligente gestión de mi esposo los liberaron. Antes, mi esposo había logrado que saliera fuera del país uno de los hermanos de los médicos, que también corría peligro de ser capturado. Empecé a encontrar cartas amenazantes deslizadas entre las rejas de protección de la entrada del edificio del Liceo. Las cartas decían: “Señora de Hernández Callejas: si no se va del país nos llevaremos a sus dos hijos menores que tiene ahí”. Con una de esas cartas, atemorizada, fui a la Embajada de los Estados Unidos. Yo prestaba las instalaciones del Liceo para la realización de diversos actos culturales a diferentes instituciones: la Iglesia Católica, la Universidad, la Embajada de los Estados Unidos. Cuando fui a la Embajada de Estados Unidos y mostré la carta en que me amenazaban me atendieron con cordialidad. Me preguntaron sobre que tipo de solicitud haría: asilo político o residencia. Solicite residencia e inicie el traslado mío y de mis hijos hacia los Estados Unidos.

Para esta época mi hija Blanquita ya vivía en Estados Unidos. Como madre empecé a preocuparme más por ella, sobre todo cuando nació mi nieta Nataly. Viajaba constantemente a los Estados Unidos y por períodos encomendaba la Dirección del Liceo a experimentados profesores que trabajaban ahí mismo.


En Estados Unidos me concentre en apoyar la radicación de mis hijos. Blanquita mi hija, ya era ciudadana de los Estados Unidos. Deje al frente del Colegio a una familia de connotados profesores, la familia Amaya. Dirigían muy bien el Liceo académica y administrativamente. En otros periodos, era atendido por otros diligentes profesores, entre ellos la Señorita Emelyna Turcios. Después de algunos años, con mucha satisfacción vendí el Liceo a una Sociedad compuesta por maestros que habían trabajado y estaban trabajando en el Liceo. En uno de mis viajes a El Salvador, me comentaron que dos de los maestros, hermanos carnales, integrantes de la Sociedad que había comprado el Liceo, habían sido asesinados, ellos trabajaban como maestros en la Universidad de El Salvador y en el Liceo; estos maestros eran pivotes en la conducción del Liceo. Académica y administrativamente, en medio de las presiones del conflicto armado, el Liceo fue desmejorando y cerró sus instalaciones a finales de 1999 aproximadamente. Las instalaciones del Liceo siempre siguen estando dedicadas a la enseñanza, en la actualidad funciona la Escuela Bilingüe Tazumal. Ahora formando parte de la herencia de mis hijos, seguimos cumpliendo la promesa de que ninguna de nuestras propiedades seria utilizada para actividades denigrantes del ser humano, sino para vivienda, negocios que no fueran de venta de alcohol y prostitución, mucho menos ilícitos y sobre todo que nuestras modestas propiedades, ahora de nuestros hijos, fueran dedicadas al fomento de la educación.

Momentos de mi vida en Estados Unidos

Concentrada en apoyar la radicación, estabilidad y educación de mis hijos en los Estados Unidos, en medio de mis ocupaciones domésticas y cada vez más frecuentes quebrantos de salud, inicié mis estudios en Palm Beach Community College, donde me acreditaron las notas de la Escuela Normal de Maestros Alberto Masferrer de El Salvador. Me faltó un año para graduarme. Mi esposo Joaquín emigró posteriormente. Blanquita, Joaquín padre, Joaquín hijo y Jorge constituían mi familia en Estados Unidos. Carlos, mi hijo mayor, estudiaba en la Universidad de Costa Rica.

Mi vocación docente la cubría catequizando en la Iglesia Saint Luke, de Palm Spring, Florida. Trabajé varios años en esta actividad de catequesis. Solamente fue interrumpida la actividad por mi traslado a la nueva casa de mi hijo Jorge.

Recibí cursos de formación para líderes de comunidades hispanas y mayas católicas patrocinados por la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Estudié un curso de Educación en Servicios de Salud y luego de Asistente Dental y obtuve el certificado correspondiente; mi trabajo fue interrumpido por prescripción medica debido a prótesis en mis caderas; me diagnosticaron y operaron por padecimiento de osteoporosis.

Hoy en el 2007, todavía siento vibrar mi vocación docente, como si fuera ayer que trabaje en la Escuela Nicolás J. Bran o en el Liceo Sagrado Corazón de Jesús. Me inscribí en el Foster Grandparent Program y había iniciado con gran entusiasmo mi apoyo en la Elementary School of Palm Spring, enseñando a leer a niños y niñas. Me dió vida mi nuevo horario de maestra. Interrumpí nuevamente, con mucho dolor, mi nueva ocupación por prescripción medica. Los niños y niñas me enviaron uno de los mejores diplomas que he obtenido en mi vida: un cartel lleno de corazones con los nombres de los alumnos a quienes ayudé en el poco tiempo que amorosamente compartí con ellos, a que aprendieran a escribirlos.

Escrito por j-y-c-fundacion-educacional el 15/04/2007