En este artículo expone principios educacionales que guiaron su vida y actividad como maestro.
"Como seres humanos tenemos el derecho de ser felices..." decía. Para lograrlo hay que tener fé. La fé da confianza, seguridad y posibilidad de realización de los ideales. El ser humano cree en sí mismo también por medio de la fé. Tales son las enseñanzas, a nuestro juicio, del trabajo de Joaquín "Para triunfar hay que tener fé".
Para triunfar hay que tener fé.
Cuando vayas en pos de un elevado ideal, cuando tu imaginación vislumbre un porvenir más radiante y luminoso, es preciso que tu alma y corazón estén rebosando de entusiasmo y de fé.
La fé te hará parecer posible la cosa más difícil del mundo. La fé te dará confianza en tí mismo, te hará creer en tí mismo; triunfar para tí mismo.
Nuca dudes; jamás dudes. La duda es el sentido opuesto de la fé. La duda te hará creer que tú no eres nada, que no mereces nada, que no sirves para nada.
Por el intenso poder de la fé, todos los hombres de que nos habla la historia han alcanzado grandes y elevados puestos y beneficiado a las generaciones.
Moisés, el gran caudillo de Israel, fué guiado a través del mar y del desierto por su infinita fé en Dios, en Jehová Misericordioso. Colón el admirable navegante genovés fué guiado a través del no surcado Océano, por la firme convicción que tenía en llegar, por un camino más corto, a las Indias Orientales, pues aunque no llegó al lugar señalado, sus esfuerzos fueron recompensados, por el descubrimiento de un Nuevo Mundo.
Así tú, en este mar u océano o desierto, como quieras llamarlo, si luchas con fé, si tus esfuerzos, deseos y ambiciones son guiados por la firmísima creencia de que todo acabará como deseas; todo, todo sin que un átomo o ápice falte a tu aspiración o deseo tendrá cumplimiento en el mundo de los hechos.
Todos los humanos tenemos el inalienable derecho de gozar lo que la naturaleza nos ofrece.
Si nacemos es con el derecho de venir a ser felices, a gozar y a disfrutar de las innumerables cosas que el Creador -Dios- ha creado para el hombre, su obra suprema, su gran creación.
No nacemos malditos, no nacemos para sufrir...¿que culpa tengo yo de haber nacido para sufrir? ¿y qué culpa tienes tú? ¡¡¡Ninguna!!!.
Nacemos con el derecho ineludible de gozar, y de ser felices. Dios es grande y Dios en su grandeza no es cruel, ni vengativo......sino toda mansedumbre, bondad y ¡Misericordia!. Por eso.....piensa que eres feliz....piensa que no eres desgraciado.....y no lo serás......¡¡Serás feliz!! ¡¡Vivirás contento!!. Lleno de fé....en dulce armonía con la Divina ley de Dios.
Por Joaquín Hernández C.
Chinameca, marzo 29 de 1935
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